Yo fui una niña inapetente
Por Julissa Piccini
Siempre fui una niña inapetente, me gustaban pocas cosas. Ahora pienso que la comida preparada en mi casa no era muy rica, lo cual empeoraba la cosa. Recuerdo quedarme sentada horas delante de un plato de garbanzos, se enfriaban y los volvían a calentar y nuevamente empezaba el suplicio. Recién hace tres años los volví a probar y debo confesar que me gustaron (no encantaron) pero los como cada cierto tiempo.
Hijos diferentes
Ahora tengo dos hijos, son las dos caras de la moneda en todo. Mi hija mayor no tiene mucho apetito pero, a diferencia de mi, come bastante sano. Se puede comer un plato de brócoli sin ningún tipo de aderezo. Come zanahoria, germinados, pepino feliz de la vida. Es cierto que no come mucha variedad ni cantidad pero lo que come es nutritivo y balanceado. Mi hijo menor es otro cuento. Desde chiquito odiaba todas las frutas que le pusiera por delante. Recuerdo las arcadas que le daba al comer plátano. No podía ni ver el mango, la chirimoya o las uvas que se supone son las frutas más dulces.
Nunca los he obligado a comer
Mis hijos han hecho que me replantee el tema de la comida y trate de usar al máximo mi imaginación buscando ingredientes poderosos y recetas atractivas. Lo que jamás he hecho es obligarlos a comer nada. Creo que eso es contraproducente. Inmediatamente me remonto 35 años atrás sentada en el comedor de mi casa frente a mi plato de garbanzos.
Malvada sin remordimientos
Lo que sí hago, y me ha funcionado, es decirles: “si no te provoca comer porque no tienes hambre está bien, no te voy a obligar, pero lo que queda del día no podrás comer nada. Ni una galleta, ni un pan o un helado, NADA”. Y lo cumplo sin ningún tipo de remordimiento. Así se “mueeeeran” de hambre, no comen nada hasta la hora de la comida. Aunque les parezca que soy una malvada, en la noche, a la hora de comer, así les sirva lo mismo del almuerzo, comen sin ningún problema.
Los gustos se van adquiriendo
Trato siempre de presentarles las comidas una y otra vez. No importa si no se las comen todas, con que las prueben me doy por bien servida. Muchas veces les ofreces cosas cuando son chiquitos y como no les gustó lo archivas para siempre. Los gustos se van adquiriendo, pero hay que ponérselos en la mesa.
Ingredientes secretos
Otra cosa que hago y me ha resultado muy bien es agregar ingredientes secretos a la comida. Por ejemplo, a mi hijo le fascinan los tallarines verdes. Pues esa salsa pesto tiene algo más que albaca y queso. Aprovecho y le pongo espinaca y brócoli. Mientras sea verde, mi hijo se lo come sin chistar. O a la avena de la mañana le echo una cucharada de harina 7 semillas y miel de abeja. Básicamente es aumentar el valor nutritivo a las cosas que les gustan.
Hago lo mejor que puedo
Mi etapa de mamá con hijos chicos no está cerca de acabar y no tengo idea si finalmente mi forma de hacer las cosas será exitosa, lo que sí te puedo decir es que hago lo mejor que puedo, realmente estoy convencida que va a resultar bien. Sueño con que mis hijos coman de todo y que no le tengan miedo a probar cosas nuevas. Espero que mi historia te sirva y alivie la angustia que estoy segura sentimos todas las mamás con el tema de la comida. Sintámonos acompañadas pues somos muchas las que nos rompemos la cabeza buscando cosas ricas para servir en el almuerzo o para que esas loncheras lleguen vacías y podamos respirar tranquilas pues nuestros hijos están creciendo bien alimentados, sanos y felices.
Escrito por Julissa Piccini
Porque lo bueno, se comparte.